jueves, 21 de mayo de 2009

Una noche con la dama del blues


El Club Lounge es un lugar más que indicado para vivir una gran noche de blues. Mesas con velas y buenos tragos…y si a esto le sumamos la voz cálida y sensual de Cristina Dall, puede ser una noche perfecta. Resulta que ella, Cristina Dall, dama del blues, gran pianista y cantante, ex Blacanblus, se presentó el viernes pasado el Club Lounge para desplegar junto a su banda un repertorio que navegó entre temas de su disco solista, “Asunto mío”, y varios clásicos imbatibles del blues.

El show comenzó muy tranquilo, con Cristina Dall muy relajada en su piano, con su banda acompañando las suaves melodías, yendo y viniendo entre el blues, el jazz y versiones de temas de The Beatles, banda que impresionó a Cristina desde pequeña y le rinde homenaje con una particular versión de “Back in the USSR”, devenida en un funk con toques de swing.

Si tengo que encontrar una sola palabra para definir la voz de Cristina Dall, diría “nocturna”. Es que el blues y el jazz son géneros para escuchar de noche, con todo lo que eso implica (desde tranquilidad, relax e intimidad, hasta soledad y melancolía). Si a esa preciosa voz le sumamos que ella también toca el piano (¡Y cómo!), el combo es excelente.

Tocó gran parte de los temas que forman parte de su disco solista, titulado “Asunto mío”, nombre que engloba perfectamente con el estilo personal de Cristina Dall. También formaron parte del show dos clásicos de su ex banda Las Blacanblus, “No quiero tu dinero” (que volvió a grabar en su disco solista) y “Maldito piano”, con la banda sonando con todo a puro rythm & blues.

Como no podía ser de otra manera, también hubo lugar para grandes clásicos del blues; “I`m Ready”, con ella sola luciéndose en voz y piano, “Got my mojo working” y “Pride and joy”. En varios temas de la velada participó como invitado de lujo Tavo Kupinski, ex guitarrista de Los Piojos. Una excelente noche de blues a cargo de Cristina Dall, que con su piano y su voz viene rindiendo culto a este maravilloso género de una manera maravillosa.
Fernando Piscitelli

jueves, 7 de mayo de 2009

Encrucijada de estilos


Seguramente muchos recordarán el film "Encrucijada" o "Crossroads", como fue su título original. Data del año 1986 y tenía como protagonista a Ralph Macchio (el mismo de Karate Kid) como un joven guitarrista de blues que quiere descubrir el tema número 30 grabado por su ídolo, el legendario blusero Robert Johnson, quien dejó grabadas 29 canciones, y de quien se decía que había hecho un pacto con el diablo a cambio de su talento.

Resulta que para encontrar la melodía de Johnson el joven guitarrista acude a Willie Brown, armoniquista que Johnson nombra en la letra de "Cross Road Blues", para que lo ayude. Finalmente tal melodía no existe, pero el joven guitarrista recorrerá el camino del bues junto a Willie Brown hasta que se topan con el mismísimo diablo.

Brown debía pagar una deuda con el diablo (en este caso representado por un hombre de color) por lo que Brown y el joven guitarrista son desafiados a batir a duelo al discípulo del diablo, interpretado por el entonces naciente guitarrista Steve Vai (hoy un consagrado violero que influencia a miles).

Es aquí cuando llega el momento del film con el cual difiero completamente y, de ser posible, lo cambiaría. Resulta que el duelo entre el joven guitarrista y el discípulo del diablo culmina en una batalla donde cada uno interpreta piezas clásicas intentando superar la velocidad del otro. Si, ya sé, esto es lo que pasa en la realidad, los guitarristas que tocan rápido creen que por tocar 20 mil notas por segundo son dioses del universo.

Bueno, quiero manifestar que un blusero de ley que llegue al alma tocando tan solo unas pocas notas con una guitarra simple con sonido limpio, deja al guitarrista virtuoso completamente fuera de mi interés, convirtiéndolo en tan solo un tipo que estudió mucho, que tocó toda su vida y que solamente quiere demostrar que toca más que los demás, lo cual me parece muy mediocre.

Finalmente el joven guitarrista le gana el duelo tocando las piezas clásicas que aprendió en el conservatorio cuando, al tratarse de una película con temática blusera, hubiese estado bien dejar mal parado a un aburrido guitarrista virtuoso tocando tan solo tres o cuatro notas con una vieja guitarra que huela al espíritu del Mississippi. Tal vez alguien algún día haga una remake de "Encrucijada" con un final bien blusero. Ojalá así sea.

Fernando Piscitelli

miércoles, 6 de mayo de 2009

El tornado de Texas


Desde que escuché en el año 2000 al guitarrista texano Stevie Ray Vaughan se convirtió en una adicción que se materializó en tener toda su discografìa completa en el rincón más preciado de mi habitación (el de los cd´s, por supuesto), posters, remeras varias y sobre todo en la pasión que llevo dentro por el violero que más me conmovió desde que lo escuché realizando sus proezas guitarrísticas.

El primer disco que tuve fue "Texas Flood", que fue su primer disco oficial, en 1983. Automáticamente me convirtí en un devoto fan y logró desplazar del podio a los guitarristas que yo conocía hasta el momento para instalarse de manera inamovible en el primer puesto de mi ranking. El rock and roll que abre el disco, "Love struck baby", hace movilizar el pie para no dejar de marcar el ritmo hasta el final, para que luego una catarata de rock & blues invada nuestros sentidos.

El blues que titula el disco, "Texas flood", fue catalogado por la leyenda John Lee Hooker, nada más ni nada menos, que como la mejor grabación de blues que jamás haya oído. Al escuchar este disco tocado en formato de trío y grabado en solamente dos días, uno tiene la sensación de hasta escuchar el zumbido del amplificador y de sentir el calor de la sala de ensayo, el humo del cigarrillo y toda esa atmósfera intimista que genera sobre todo "Lenny", esa pieza instrumental tan dulce y bella que Stevie le compuso a su mujer de entonces.

Vaughan homenajeó durante toda su carrera a sus ídolos del blues y en este disco le toca, con la versión de "Mary had a little lamb", a Buddy Guy, hombre con quien compartió escenario decenas de veces. En este álbum se encuentra uno de los mayores clásicos de Stevie, "Pride & Joy", un shuffle que pasó rápidamente a ser un número fijo en sus actuaciones en vivo.

Durante toda su carrera Stevie fue secundado por Double Trouble: Tommy Shannon en el bajo y Chris Layton en la batería. Luego se agregaría Reese Wynans en teclados en 1985, pero para "Texas Flood" Stevie Ray Vaughan fue secundado solamente por un bajo y una batería para desplegar incendiarios shows en vivo de blues eléctrico. Es prueba de esto la actuación que realizaron en El Mocambo en 1983, un club nocturno canadiense que se salvó raspando de no prenderse fuego por la pasión arrolladora desplegada por Stevie desde su guitarra. Era 1983 y estaba emergiendo un nuevo tornado en el blues. Un texano de sombrero y botas tejanas que irrumpió en escena para no irse jamás. Era Stevie Ray Vaughan. Era el tornado de Texas.

Fernando Piscitelli

El blues de la magia negra


Jimi Hendrix fue el primer guitarrista negro que tocó para un público blanco. Resulta que el eléctrico, distorsionado y feroz blues blanco que escuchamos en los años 70 con Johnny Winter, en los 80 con Stevie Ray Vaughan o en los 90 con Gary Moore fue creado, paradójicamente, por un negro. Hendrix le agregó fiereza al blues y lo tocó de manera salvaje con distorsión y con una agresividad nunca antes vista en un guitarrista. Hendrix fue quien cambió para siempre el sonido de la guitarra eléctrica hace más de 40 años. Desde entonces a la actualidad, difícilmente un guitarrista no haya sido influenciado por él. Sin una técnica depurada, ni ningún tipo de estudio académico de música, Hendrix fue autodidacta y tocaba con su instinto y logró ampliar como nunca la gama de sonidos posibles de hacer con una guitarra y dejó su legado para todas las generaciones siguientes.

Desde que tuvo su primera guitarra a los 12 años, el pequeño Jimi aprendió a tocar su instrumento a partir de la escucha de discos y de música en la radio. En la primera mitad de los años 60, fue guitarrista de diversas bandas como The Isley Brothers, Crutis Knight y del grupo del reconocido pianista de rock and roll Little Richard.

En 1965 formó su propia banda; Jimi James and The Blue Flames. Al año siguiente, en 1966, se radicó en Nueva York y comenzó a realizar shows en el Café Wha? Ese año Hendrix conoció a la entonces novia de Keith Richards, Linda Keith. Fue ella quien se ocupó de presentarle a Jimi al hombre que le cambiaría el rumbo de su carrera y lo llevaría al estrellato. Se trata de Chas Chandler, quien había sido el bajista de una reconocida banda de inglesa de blues, The Animals.

Chas Chandler lo convenció a Jimi de llevarlo a tocar y grabar a Inglaterra. Una vez que llegaron allí en septiembre de 1966, realizaron audiciones para armar la banda y reclutaron a Noel Redding en el bajo y a Mitch Mitchell en la batería. El grupo estableció como nombre The Jimi Hendrix Experience y el primer single que grabaron fue “Hey Joe”, escrito por Billy Roberts. Si bien el tema tenía una versión anterior grabada por una banda llamada The Leaves, la versión de Hendrix fue la más popular.

En abril de 1967, con Chas Chandler como productor, la banda termina de grabar el disco. Se tituló “Are you experienced?” y en medio de mucho rock, blues y psicodelia, emergía un guitarrista con una feroz forma de tocar la guitarra como nunca antes se había escuchado. El disco contiene varios de los clásicos que luego formaron parte de cada uno de los shows de Hendrix, como “Purple Haze”, “Fire” y “Foxy lady”, que es el primer tema del disco. Abre con un acople, uno de los tantos recursos que usaba Hendrix a la hora de tocar.

El disco tuvo muy buena repercusión. En Inglaterra, Hendrix ya se había consagrado, pero le faltaba volver a Estados Unidos, su país natal, y lograr lo mismo allí.

En Estados Unidos entró por la puerta grande con una inolvidable actuación en el mítico Monterey Internacional Pop Festival. En el evento participaron artistas de la talla de Grateful Dead, Janis Joplin y The Who. La actuación de Hendrix se impuso ante todas las demás. Fueron nueve temas donde Jimi demostró por qué iba a ser el dios de la guitarra. Dejó su alma en el escenario, realizó arrasadoras versiones de “Killing Floor”, “Purple haze” y “Like a Rolling stone”, de Bob Dylan, en una estremecedora versión. Un párrafo aparte hay que dedicarle al final del show, donde tocó “Wild thing”, con una incendiaria versión, valga la redundancia, ya que Jimi roció su guitarra con combustible y la prendió fuego en el escenario. A partir de esa noche del 18 de junio de 1967 en la ciudad de Monterey, en California, nada volvería a ser como antes en la historia del rock; Hendrix se ocupó de cambiarla para siempre.

A fines de 1967, The Jimi Hendrix Experience edita su segundo disco; “Axis; bold as love”, con Chas Chandler nuevamente en la producción. Entre los temas del disco hay canciones cortas pero muy sólidas como “Spanish caste magic”, “You got me floating” y “Ain´t no telling”. En el disco también se encuentra la hermosa balada “Little wing”. Fue grabada posteriormente por infinidad de artistas, y entre ellas se encuentra la versión traducida al español de Pappo. “She´s so fine” también forma parte de la placa; fue compuesto por el bajista Noel Redding, quien también la cantó y se convertiría en el primer tema del grupo donde el vocalista no era Hendrix.

El siguiente álbum comenzó a grabarse en Londres en 1968, pero algunas diferencias personales y artísticas alejan a Chas Chandler de la producción del disco, quedando a cargo el propio Hendrix. Fue concluido en Nueva York y su título fue “Electric Ladyland”. Debido a su extensa duración de 75 minutos fue editado como un doble LP, aunque muchos años más tarde se juntaron todos los temas en un solo CD.

Jimi se comportaba de manera cada vez más obsesiva con sus composiciones y grababa hasta 40 veces el mismo tema hasta no quedar del todo conforme. Por otra parte, su creatividad volaba cada vez más y su experimentación no encontraba límites. El uso de algunos recursos y efectos como el famoso pedal Wah-Wah, el eco, las grabaciones reproducidas al revés y la palanca de su guitarra se hacían cada vez más presentes y algunos temas derivaban en prolongadas improvisaciones que creaban climas fascinantes. Es el caso de “1983, a merman I should turn to be”.

En este álbum hay nuevamente un tema compuesto y cantado por el bajista Noel Redding, con quien Hendrix comenzó a tener una tensa relación durante las grabaciones del disco. El resto son todas composiciones de Hendrix, excepto “Come on, let the good times roll”, de Earl King y la fabulosa versión de “All along the watchwater”, de su ídolo Bob Dylan.

También forman parte de esta placa la poderosa “Crosstown traffic” y “Voodo Chile”, con uno de los riffs más famosos de la historia del rock.
En “Burning of the midnight lamp”, suena una introducción de clavicordio que la grabó el mismo Hendrix.

“Electric Ladyland” fue el único álbum de Jimi en llegar al puesto número uno. Es un disco sin desperdicio alguno que lo muestra a Jimi en su pico máximo de creatividad.

The Jimi Hendrix Experience realizó su última actuación en Inglaterra en febrero de 1969. A mitad de año, la banda ya estaba oficialmente disuelta luego del alejamiento de Noel Redding.

Otro de los picos más altos en la carrera de Jimi Hendrix sería su show en el famoso festival de Woodstock en agosto de 1969. Allí se presentó con una propuesta de banda nueva. No salió a escena solamente con un trío, sino que agregó dos percusionistas, un guitarrista rítmico y una rígida base con Billy Cox en el bajo y Mitch Mitchell, el único miembro de su anterior banda, en la batería.

En este show mezcló algunos clásicos de su carrera como “Fire” y “Red house” con algunos nuevos como “Izabella” y una caótica y muy personal versión del himno norteamericano, “The star spangled banner”.

A fines de 1969 formó su nueva banda, The Band of Gypsys, con Billy Cox en el bajo y Buddy Miles en la batería, quien ya había grabado como invitado en dos temas del disco “Electric Ladyland”. El show de presentación de esta banda fue en Fillmore East, en Nueva York, la noche de vísperas de año nuevo. Llegaba 1970 y se acercaba una nueva etapa que sería la última en la carrera de Jimi Hendrix.

En abril de 1970 se editó el cuarto álbum de Jimi Hendrix, titulado con el nombre de su nueva banda, “Band of Gypsys”. El disco contiene seis temas nuevos de extensa duración grabados en vivo durante los primeros dos shows del grupo. El sonido era un poco más pesado que el que obtenía con su anterior banda, con una mezcla de temas cantados y otros instrumentales. La obra más lograda de este disco es “Machine gun”, que en castellano quiere decir ametralladora, donde la guitarra y la batería recrean en conjunto el sonido de ese arma.

Durante 1970 Hendrix grabó decenas de canciones con las cuales tenía pensado grabar un álbum doble o tal vez triple. Entre esos temas estaban “Angel”, “Freedom” y “Dolly Dagger”, que ya los venía tocando en vivo en sus shows. El 31 de agosto de 1970 participó de la tercera edición del multitudinario festival de la Isla de Wight, en Inglaterra.

El 18 de septiembre de 1970, Jimi Hendrix fue encontrado muerto luego de una sobredosis de pastillas y alcohol en el departamento de su novia en el barrio de Nothing Hill, en Londres. Gran cantidad de discos fueron editados luego de su muerte, como “First rays of the new rising sun”, que contiene las grabaciones de estudio que realizó poco antes de morir. También salió a la venta el demoledor disco en vivo “Jimi plays Monterey”, grabado en directo la noche que tocó en aquel mítico festival.

Hendrix murió a los 27 años en la ciudad que lo había visto nacer artísticamente casi cuatro años atrás. Hendrix no era solamente un gran guitarrista, sino que era un verdadero “showman”; tocaba su guitarra con los dientes, detrás de su espalda o entre las piernas. También se destacaba por tener una expresiva voz y un talento sin límites a la hora de componer. Fue un artista completo que tuvo una corta pero intensa carrera y que dejó un enorme y valiosísimo legado para el rock.

Fernando Piscitelli