jueves, 20 de mayo de 2010

El adiós al pequeño gran cantante


No es cosa de todos los días encontrarse con un cantante como Ronnie James Dio, por eso fue muy triste enterarse de su muerte. Dio mantuvo intacta la potencia de su garganta asesina hasta muy pocos meses antes de morir (a fines del año pasado le diagnosticaron un fulminante cáncer de estómago) cuando con sesenta y siete años sobre sus espaldas realizaba su última gira con Heaven & Hell. Durante ese tour, los metaleros locales tuvieron la posibilidad de verlo en vivo en mayo del año pasado, y previamente habían podido disfrutar su música en su visita en el año 2001, cuando presentaba el álbum Magica.

Norteamericano de nacimiento pero inglés por adopción, Dio forjó su intachable reputación como cantante siendo integrante de bandas británicas. Su carrera la empezó con los estadounidenses ELF, banda de blues-rock donde además de cantar también tocó el bajo cuando arrancó el grupo, pero fueron los ingleses Deep Purple quienes lo descubrieron y lo llevaron a realizar una gira con ellos. Dos miembros de Purple (Roger Glover y Ian Paice, bajista y baterista respectivamente) produjeron el primer álbum de ELF.

El guitarrista líder de Deep Purple, Richie Blackmore, solicitó a Dio para que sea la voz cantante de Rainbow, su proyecto solista posterior a su desvinculación de Purple. Esta legendaria banda de hard rock grabó junto a él tres discos de estudio y uno en vivo. Dio dejó la banda por diferencias en cuanto al rumbo a seguir y se sumó a las filas de otra de las bandas más importantes del heavy mundial: Black Sabbath. Tenía por delante una tarea nada fácil que era reemplazar al vocalista Ozzy Osbourne, pero Dio salió más que airoso de la situación y formó parte de la banda durante tres años. Ya en 1983 formó su propia agrupación, llamada simplemente Dio. Unos veinticinco años más tarde se volvería a juntar con sus antiguos compañeros de Black Sabbath para formar Heaven & Hell.

Como si fuera poco su aporte al género, Dio fue quien popularizó el inmortal símbolo de batalla que une a los metaleros de todo el mundo: los cuernitos. No existe ni un solo recital de heavy metal donde esta seña no sea realizada al unísono por miles de fanáticos. Y hablando de batallas: Dio era un fanático confeso de las espadas, los escudos y todo lo referido a la época medieval, cosa que se ve reflejada en sus letras. Tal era su pasión por esta etapa histórica que su mansión la tenía adornada con decenas de armas y elementos afines. Pero sin dudas su arma más potente era su voz: Dio la proyectaba con una fuerza abrumadora como para salir triunfante en cada escenario donde sus bandas batallaban, y demostraba que su pequeña estatura era inversamente proporcional al tamaño de su espíritu.

Fernando Piscitelli

(Nota publicada en Cinemarama)

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